Rosa Ojeda y Creus nació en Vilanova i la Geltrú (España) el 30 de agosto de 1871 en el seno de una familia humilde.
En 1877, tras la muerte de sus padres, ella y sus dos hermanos fueron acogidos por sus abuelos maternos, quienes animaron a sus nietos a estudiar en la escuela. A Rosa le encantaba la música y el canto, y también era muy buena cosiendo y bordando, tareas que nunca abandonará en su vida. Cuando su abuelo enfermó, ella lo cuidó hasta su muerte. Esta dedicación a los enfermos no acabó ahí; junto a otras chicas de la ciudad, ofrecía su ayuda en el hospital de Vilanova i la Geltrú regentado por las Hermanas Josefinas de la Caridad.
Es el comienzo de una vocación que lleva dentro de sí misma. En septiembre de 1893, liberada de compromisos familiares, tomó el tren a Vic, donde se encontraba la casa madre de las hermanas Josefinas de la Caridad. Allí se dedicó al cuidado de los enfermos a domicilio. El 5 de mayo de 1895 hizo sus votos religiosos y cambió su nombre por el de Sor Rosa Ojeda de San José. Fue nombrada maestra de novicias y secretaria privada de sor Dolorès Campolier, Superiora General; Durante el gobierno de esta última, surgieron diferencias en el Instituto entre seguidores de la Superiora General y quienes se oponían a ella.
A sor Rosa no le gustó este clima. Junto a otra hermana, pidió audiencia a Monseñor Morgades i Gili, obispo de Barcelona a quien conocieron cuando era obispo de Vic. Las confortó y las autorizó a separarse de las monjas josefinas para fundar un nuevo instituto religioso; así nacieron las carmelitas de San José el 10 de octubre de 1900.
En 1905 se aprobaron las constituciones de la Congregación y en 1911 Rosa y otras monjas emitieron sus votos perpetuos; al año siguiente fue elegida Superiora General, cargo que ocupó hasta su muerte. En 1915 llegó a Rubí y fundó la escuela que hoy se llama Regina Carmeli, para educar a los hijos de madres trabajadoras que no podían hacerse cargo de sus hijos. En aquellos difíciles tiempos (Semana Trágica, Segunda República Española, Guerra Civil) consiguió mantener el espíritu de la Congregación, consolidando su obra. Fue protegida en las casas de los ciudadanos de la ciudad de Rubí que la escondieron.
La Madre Rosa murió el 15 de mayo de 1954.
En 1975 se abrió el proceso diocesano de beatificación y canonización para el reconocimiento de las virtudes heroicas, que finalizó en 1985.
El 3 de julio de 1998 fue proclamada Venerable.
