Josefina Catanea nació en Nápoles (Italia) el 18 de febrero de 1896. Después de sus estudios comerciales, en 1918 ingresó en el monasterio de Santa Teresa y San José, de las Carmelitas Descalzas, construida sobre la colina de Ponti Rossi, donde ya había entrado su hermana Antonieta.
De delicada salud, en 1912 sufre tuberculosis, paresia y meningismo espinal, pero diez años más tarde se recupera tocando una reliquia de San Francisco Javier. Fue el inicio de un apostolado que la “santa monja”, como se la llamaba, prosiguió a lo largo de su vida, acogiendo en el monasterio a los enfermos y a las personas en busca de consuelo espiritual.
Su abnegación continuó ininterrumpidamente incluso cuando, a la edad de cincuenta años, quedó confinada en una silla de ruedas. En septiembre de 1945 fue elegida priora, cargo que ocupó hasta su muerte, ocurrida el 14 de marzo de 1948.
Fue beatificada en la Catedral de Nápoles el 1 de junio de 2008, bajo el pontificado del Papa Benedicto XVI.

